Gracias por estar siempre allí. Por ser vida cada vez que lo necesito.
Por llegar en forma de inspiración, en forma de palabra, en forma de amigo, en forma de amiga, en forma de hogar, en forma de peludos de cuatro patas, en forma de árbol, en forma de viento, en forma de olas, y en todas las formas mágicas que solo tú sabes encontrar para llegar siempre a lo más profundo de mi alma.
Gracias porque cuando más lo he necesitado nunca me has dejado, gracias fuerza creativa por llenar mi espíritu de colores, por nutrir mi mente y cada conexión entre una neuronita y la otra, gracias por hacer luz en donde yo solo veía oscuridad.
Gracias por ser posibilidades cuando todo se torna complejo, confuso y un tanto nubloso.
Gracias por ser esperanza cuando siento que no vale la pena hacer lo que hago, cuando me siento insignificante, cuando me abrumo por sentir que el tiempo no me alcanza para impactar en grande, o para hacer más, para soñar más.
Gracias por ser risas, cuando la cago en pequeño y cuando la cago en grande, porque me enseñas que aprender siempre lleva a caminos más emocionantes.
Gracias por ayudarme a sanar, mi relación con mi familia, por las conversaciones incómodas que me sacuden y me hacen valiente, por las preguntas que me ayudan a entender, por el abrazo que me ayuda a construir lo que pensaba estaba roto.
Gracias por ser vida y muerte, por ayudarme a cerrar ciclos para que nuevas cosas puedan vivir y tener la fortuna de conocer.
Gracias por ser historias, por ser maravilla y por ser imaginación, porque me he dado cuenta de que nada es coincidencia o casualidad, me recuerda que todos estamos conectados, y eso me hace sentir que pertenezco a este hermoso planeta.
Gracias energía divina, eres bienvenida siempre.
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