Que tiempos los que estamos viviendo, este año lo he sentido tan incómodo, tan inesperado, tan confuso, que no he logrado descifrar si cuando me preguntan por whatsapp o por teléfono “¿cómo estás?” responder en piloto automático “bien ¿y tú?” o vomitar todo lo que me pasó en un día para ver si la otra persona me ayuda a interpretar si tuve un buen día o no. Para ver si soy la única que está sintiendo un huracán y una especie de calma, todo al mismo tiempo.
Para hacerme entender un día cualquiera de este año es algo como esto:
Me levanto con ganas de dormir un poco más, pero con la convicción de que, si me levanto en ese justo momento, me va a rendir un poco más, así que no dejo que me ganen las cobijas y me pongo de pie. Vivo en un último piso y esa semana justo hay un problema de presión del agua, así que me baño con una delgada línea de agua que garantice que las partes claves queden bien bañadas. Luego, me preparo un delicioso café, sí, así como digo en mis entrenamientos, con “el ritual de la prensa francesa”, para tomarme el tiempo de disfrutar esos 4 minutos para que quede en el punto que es, de servir el delicioso elixir en la taza, solo que esta vez al servirlo salpica el café en la camiseta, blanca, por supuesto que tenía que ser blanca, y me quema parte de la mano, termino de servirlo y me dispongo a tomármelo. Ese instante lo alivia Etta James de fondo, sonando en un vinilo que puse mientras hervía el agua. Al terminar el café, me dispongo a sacar a mis perras y se activa en mi mente todos los sistemas de alerta, recordándome que debo dejar el anillo, el reloj, la chaqueta que pareciera que llevo muchas cosas en los bolsillos y todo aquello que mande la señal de “róbame en el parque que no tengo nada más que hacer”, una vez estamos listas salimos al parque, regresamos, empapadas porque no me di cuenta que llovía, aunque esto me recuerda que de una u otra forma debía cambiarme la blusa blanca que ya había manchado. En la mañana tengo un par de reuniones, unas experiencias lindas que estamos próximos a hacer por fin van teniendo más forma, me siento realizada porque se desbloqueó un proceso creativo que ya venía incubando hace un tiempo, siento que todo está fluyendo, antes de almorzar salgo con mi esposo a recoger a mi suegra en el aeropuerto, viene a compartir con nosotros un par de semanas, vamos escuchando Briela Ojeda de Fondo mientras suena la canción “liviana” y justo en ese instante un conductor de un taxi nos pide que bajemos la ventana, para anunciarnos que nos hemos pinchado, el sonido justo cuando Jorge bajó la ventana era tan fuerte que no se como no pudimos escuchar el estruendoso sonido del aire saliendo por la llanta, como es evidente, en un minuto nos convertimos en el carro varado en plena autopista principal que le amargará a todos ese día haber llegado tarde a todos sus encuentros.
Este tipo de días lleno de momentos lindos y disparatados me recuerdan la epifanía de Séneca:
“La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias.”
Y es que cuando las cosas se sienten incómodas, es importante mantenernos livianos, vivir la vida con calma; bajar la revolución, no vaya a ser que una mancha de café te haga olvidar lo emocionante que es poder saborearlo, tener el tiempo de disfrutarlo con una linda canción, que una pinchada no nuble la emoción que se siente el haber tenido una epifanía la hora anterior en una conversación.
A veces somos la discordancia para otros, otras veces la calma. La vida no es rosada, ni negra, es mas bien, naranja, azules, verdes y otras tantas tonalidades que también merecen ser disfrutadas.
Los mejores viajes y mejores momentos ahora que lo pienso han sido días llenos de altibajos. La mejor anécdota de un viaje es posiblemente la que no estaba planeada, la que salió un tanto estropeada pero que cuando la recuerdas y la cuentas está llena de risas y carcajadas.
En mis encuentros con la incomodidad este año, me vestiré con mi mejor pinta y la invitaré a bailar, no la negaré ni la ignoraré, por el contrario, la abrazaré, le conversaré y le diré como en un grupo de apoyo: gracias por compartir.
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